lunes, 17 de junio de 2013

LECTURA SOBRE EL ESTUDIAR Y EL ESTUDIANTE


SOBRE EL ESTUDIAR Y EL ESTUDIANTE (PRIMERA LECCIÓN DE UN CURSO)

 José Ortega y Gasset

Sobre el estudiar y el estudiante se encuentra ciertas cosas involucradas una de ellas es la metafísica. La metafísica es una interesante cosa que se estudia en este tema.   La Metafísica sea una falsedad, ésta se atribuye no a la Metafísica, sino a que nos pongamos a estudiarla. No se trata, pues, de la falsedad de uno o muchos pensamientos nuestros, sino de la falsedad de un nuestro hacer, de lo que ahora vamos a hacer: estudiar una disciplina.

La situación normal del hombre que se llama estudiar, si usamos sobre todo este vocablo en el sentido que tiene como estudio del estudiante o, lo que es lo mismo, preguntémonos qué es el estudiante como tal. Nos encontramos con que el estudiante es un ser humano, masculino o femenino, a quien la vida le impone la necesidad de estudiar las ciencias de las cuales él no ha sentido inmediata, auténtica necesidad.

El buen estudiante es por completo heterogéneo, la situación del estudiante ante la ciencia es opuesta a la que ante ésta tuvo su creador, primero sintió una necesidad vital y no científica y ella le llevó a buscar su satisfacción, y al encontrarla en unas ciertas ideas resultó que éstas eran la ciencia.

En cambio, el estudiante se encuentra, desde luego, con la ciencia ya hecha, como algo que se levanta ante él y le cierra su camino vital. En el mejor caso, la ciencia le gusta, le atrae, le parece bonita, le promete triunfos en la vida. Pero nada de esto tiene que ver con la necesidad auténtica que lleva a crear la ciencia.

Aquél tenderá a no hacerse cuestión del contenido de la ciencia, a no criticaría; al contrario, tenderá a reconfortarse pensando que ese contenido de la ciencia ya hecha tiene un valor definitivo, es la pura verdad.

El estudiante no lo es en general, sino que estudia ciencias o letras, y esto supone una predeterminación de su espíritu, una apetencia menos vaga y no impuesta de fuera.

Estudiar es, pues, algo constitutivamente contradictorio y falso. El estudiante es una falsificación del hombre. Ser estudiante, como ser contribuyente, es algo “artificial” que el hombre se ve obligado a ser.

 En la enseñanza: que el estudiante no estudia, y que si estudia, poniendo su mejor voluntad, no aprende; y claro es que si el estudiante, sea por lo que sea, no aprende, el profesor no podrá decir que enseña, sino a los sumo, que intente, pero no logra enseñar.

Comprenderán ustedes que no se resuelve el problema diciendo: “Bueno; pues si estudiar es una falsificación del hombre, y además lleva o puede llevar a tales consecuencias, que no se estudie”. Estudiar y ser estudiante es siempre, y sobre todo hoy, una necesidad inexorable del hombre.

El caso del estudiar es, pues,  no basta con que yo sea un buen estudiante para que logre asimilar la ciencia. Por esto, porque las dos cosas son verdad a la par y su necesidad y su inutilidad, es el estudiar un problema. Un problema es siempre una contradicción que la inteligencia encuentra ante sí, que tira de ella en dos direcciones opuestas.

La solución a tan crudo problema se desprende de todo lo que he dicho: no consiste en decretar que no se estudie, sino en reformar profundamente ese hacer humano que es el estudiar y, consecuentemente, el ser del estudiante.

Para esto es preciso volver del revés la enseñanza y decir: enseñar no es primaria y fundamentalmente sino enseñar la necesidad de una ciencia y no enseñar la ciencia cuya necesidad sea imposible hacer sentir al estudiante.

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